Aysheaia, el devorador de esponjas














A finales del siglo XIX, durante la construcción del ferrocarril Trans-Canadiense a través de las Montañas Rocosas, se encontraron varios fósiles de trilobites, esponjas, gusanos, y otros que no pudieron ser identificados inicialmente. Algunos de estos fósiles llegaron a manos del paleontólogo estadounidense Charles Doolittle Walcott, experto en invertebrados, que, interesado, visitó la región a principios del siglo XX y descubrió, en el flanco del monte Stephen, unos ricos yacimientos fosilíferos que hoy se conocen con el nombre de esquistos de Burgess.

Los esquistos de Burgess datan del Cámbrico medio, hace unos 510 millones de años, y han conservado la fauna del mar poco profundo que cubría la región en aquella época. Se trata de una formación rocosa de unos sesenta metros de longitud y más de dos metros de espesor de la que, a lo largo del siglo XX, se han extraído decenas de miles de especímenes que se han clasificado en más de un centenar de especies. La importancia del yacimiento radica en que no sólo ha conservado los esqueletos y caparazones de los animales, sino también sus partes blandas, lo que es muy poco frecuente. Esto ha sido posible por la forma en que los fósiles se formaron: De vez un cuando, un flujo de lodo de varios decímetros de espesor cubría el fondo marino y enterraba a sus habitantes; debido a las condiciones químicas y microbiológicas, el sedimento era muy pobre en oxígeno, por lo que los animales quedaban preservados intactos, a salvo de la putrefacción. Así, se han podido descubrir multitud de especies de animales que normalmente no se fosilizan, como medusas, gusanos… Desde 1980, los esquistos de Burgess están incluidos en el Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Entre las especies animales de los esquistos de Burgess, muchas pertenecían a grupos hoy desaparecidos, pero también se han identificado representantes primitivos de grupos existentes, como corales, artrópodos, esponjas, gusanos, moluscos e incluso cordados, antepasados de los vertebrados. Uno de estos es Aysheaia, el onicóforo más antiguo identificado con seguridad. Los onicóforos forman un grupo de animales invertebrados de cuerpo blando, con aspecto de oruga o ciempiés, que viven ambientes húmedos y oscuros de las regiones tropicales. Resulta sorprendente que, a pesar de que los onicóforos actuales son animales terrestres, y Aysheaia es un animal marino, su anatomía es prácticamente idéntica. Aysheaia era un animal alargado de hasta seis centímetros de longitud, con el aspecto de una lombriz con patas: cabeza indiferenciada con boca simple rodeada de pequeños apéndices carnosos, cuerpo blando y anillado y patas cónicas, también anilladas, equipadas con espinas y pequeñas garras. Vivía entre las esponjas del fondo marino, donde encontraba refugio y alimento.

Fuente: Ciencias para escuchar

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