Las serpientes de mar







"Aquellos que, para comerciar o pescar, navegan por las costas de Noruega, coinciden en el relato de una historia realmente admirable, la de una enorme serpiente de una longitud de más de 200 pies, y 20 pies de diámetro que vive en las rocas y agujeros cerca de la costa de Bergen; sólo sale de sus cavernas en las noches de verano y con buen tiempo, para devorar terneras, corderos y cerdos, o se sumerge en el mar para comer pulpos, langostas y todo tipo de cangrejos. Tiene una hilera de pelos de dos pies de largo que le cuelgan del cuello, escamas afiladas de color oscuro, y ojos brillantes y llameantes. Ataca a los barcos, se levanta fuera del agua, se lleva a los hombres y los devora; y normalmente esto no ocurre sin que algo terrible acontezca en el reino, sin un cambio próximo: o los príncipes van a morir o serán exiliados, o una guerra va a estallar pronto."
Olaus Magnus, arzobispo de Upsala, Historia de gentibus septentrionalibus (1555).



Desde la antigüedad, los marinos han contado historias sobre las serpientes de mar, grandes animales serpentiformes que habitan en los océanos. Llamadas orm y lindorn en Noruega, loung en Indochina..., algunos autores las identifican con el leviatán bíblico. Aparecen representadas en herramientas de la Edad del Bronce, y han sido observadas incluso por zoólogos. También se dispone de pruebas físicas de su existencia: En 1969, un sonar detectó, a cien metros de profundidad en aguas de Alaska, un animal de sesenta metros de longitud.

La primera descripción científica de una serpiente de mar se debe a Erik Ludvigsen Pontoppidan (1698-1764), obispo de Bergen, que en 1752 publicó su "Historia natural de Noruega". En 1819, el zoólogo franco-estadounidense Constantin-Samuel Rafinesque-Schmaltz (1783-1840) distinguió, en Dissertation on Water-Snakes, Sea-Snakes, and Sea-Serpents, entre enormes peces serpentiformes y serpientes marinas gigantescas, emparentadas con la serpiente marina listada [Pelamis platurus], de 1,13 metros de longitud. Por estos heterodoxos trabajos fue expulsado de la Universidad de Lexington, en Kentucky, y murió en la miseria. Aunque parciales y probablemente erróneas, estas hipótesis fueron las primeras que se publicaron sobre la identidad zoológica de las serpientes de mar.
El zoólogo holandés Antoon Cornelis Oudemans (1858-1943), director de la Real Sociedad Zoologica y Botánica de la Haya, publicó en 1893 The great sea-serpent. Fue el primero en darse cuenta de que el pelo y las ondulaciones verticales observadas en muchos casos delatan un mamífero, y concluyó, basándose en 162 casos, que se trataba de un gran pinnípedo con aspecto de plesiosaurio, de ochenta metros de longitud, al que bautizó Megophias megophias. Sin embargo, excluyó deliberadamente de su estudio todas las observaciones que no cuadraban con su hipótesis.

En los años 1930, Rupert T. Gould propuso, a partir de una docena de casos claros, dos nuevas especies de serpiente de mar, además del pinnípedo de cuello largo de Oudemans: una tortuga gigante y un tritón gigante cuellilargo.

En 1965, Bernard Heuvelmans publicó Le grand serpent-de-mer: le problème zoologique et sa solution, un estudio estadístico de varios centenares de testimonios recogidos entre 1639 y 1965, en el que concluyó que la serpiente de mar es en realidad un compendio de múltiples animales, algunos ya conocidos en la actualidad –el calamar gigante [Architeuthis], el tiburón-ballena [Rhincodon typus], el regaleco [Regalecus glesne] (que llega a los 11 metros de longitud), el gusano nemertino gigante Lineus longissimus (que puede alcanzar los sesenta metros)...– y otros desconocidos, que catalogó en varias especies de vertebrados: nada menos que cinco mamíferos, una o varias especies de peces serpentiformes, un reptil semejante a un cocodrilo gigante, y dos tipos dudosos: una tortuga gigante, y un extraño animal con aspecto de renacuajo, al que llamó, a falta de un nombre mejor, jaune ("amarillo").

En 1980, Roy P. Mackal propuso además dos nuevas especies o formas gigantes de invertebrados como posible identidad de algunos de los casos de serpientes marinas: el pirosoma [Pyrosoma], una colonia tubular de tunicados, con un extremo abierto y el otro cerrado en forma de cono, fosforescente, y que puede medir varios metros de longitud; y el cinturón de Venus [Cestum veneris], que puede alcanzar un metro y medio de longitud. También se ha propuesto una especie gigante de sifonóforo (medusa colonial).

Por supuesto, muchos de los casos de avistamientos de serpientes de mar se pueden explicar sin necesidad de recurrir a gigantescos animales desconocidos: a veces se toma por una serpiente de mar lo que sólo es una ballena, una gran serpiente terrestre (boa, pitón o anaconda) arrastrada por el mar, un grupo de marsopas nadando en hilera (de manera que cada individuo se confunde con una ondulación de un largo cuerpo serpentino), un amasijo de algas, un espejismo... o, simplemente, la estela de algún animal que nada cerca de la superficie.

Fuente: Apuntes de criptozoología

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