Se expande la Zona muerta del Golfo de México









Científicos de la Administración Oceanográfica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y del consorcio marino de las universidades de Louisiana publicaron el pasado 17 de julio los resultados del estudio sobre hipoxia (falta de oxígeno) más reciente para el Golfo de México.


La llamada Zona muerta, una franja de océano con contenidos tan bajos de oxígeno que imposibilitan la vida marina, ha alcanzado una extensión de casi 13 mil kilómetros cuadrados este año, comparados con los 10 mil del año pasado.

Esta área es la más grande desde que se iniciaron estas mediciones en 1985. La Zona muerta, que se presenta cada año frente a las costas de Texas y Louisiana, se alimenta de los derretimientos de las nieves y de las inundaciones primaverales a lo largo de los ríos Mississipi y Atchafalaya, derretimientos que arrastran consigo agroquímicos y aguas contaminadas hacia el Golfo de México.

Estos escurrimientos contienen nutrientes como nitrógeno y fósforo, que forman un caldo de cultivo para el crecimiento de algas, las cuales finalmente se asientan y mueren en el fondo del mar, en donde son digeridas por bacterias que consumen enormes cantidades de oxígeno, privando a las aguas circundantes del oxígeno necesario para sostener la vida marina.

Esta zona es actualmente del doble del promedio anual desde 1990. La cantidad de algas que crecieron este año requiere una cantidad de bacterias para descomponerlas que consumen oxígeno a una velocidad mayor de la que puede ser repuesta por la superficie del océano.

“Esta área hipóxica nos preocupa particularmente por el potencial que tiene para afectar pesquerías valiosas”, expresó la NOAA en un comunicado.La zona muerta se comienza a formar en la primavera y usualmente alcanza su máximo a principios de agosto, afirmó David Whitall, ecologista costero en jefe de la NOAA, quien ha trabajado en el barco de investigación predictiva.

La esperanza para que se rompa esta zona hipóxica es paradójicamente la ocurrencia de tormentas tropicales y huracanes intensos que agiten suficientemente las aguas del mar para permitir el intercambio de oxígeno.Esta es una señal más de la naturaleza para que nosotros los humanos reaccionemos positivamente ante los retos inéditos que nos presenta este siglo, en el cual los humanos nos vamos a jugar nuestro destino y todos nosotros tendremos que demostrar que verdaderamente amamos a nuestra madre Tierra.

La actividad agropecuaria se ha intensificado río arriba del Mississipi, principalmente para producir biocombustibles para disminuir las emisiones de gases invernadero a la atmósfera.

Parecería una paradoja que una actividad humana dirigida a proteger la atmósfera, la producción de biocombustibles, produzca por otro lado un desarreglo de proporciones catastróficas.

El secreto estriba en encontrar el equilibrio entre nuestras aspiraciones legítimas de proteger el medio ambiente, y el desarrollo de actividades económicas que además de generar riqueza provean de suficientes satisfactores a la mayoría de los seres humanos.

Esta ruta pasa necesariamente por una sociedad participativa que se involucre activamente en el diseño de una sociedad humana que pueda vivir en armonía con la naturaleza.

* Coordinador General del Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable.

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