Pobre suerte la de nuestros tiburones











photo: Marty Snyderman

Con mucho pesar y hasta rabia leí en este diario la noticia de que nuestro Presidente dio vía libre a la comercialización de las aletas de tiburón obtenidas de la “pesca incidental” de dicho animal.

No es secreto para nadie que haya leído sobre el tema, que “pesca incidental” es un nombre muy inocente que se le pone a tal barbarie.

Esto da carta abierta a los pescadores artesanales e industriales a pescar muy “intencionalmente”, pues el mercado japonés y también otros asiáticos están siempre ávidos de tal producto. Mi hijo de 8 años, al enterarse de la noticia, también se quedó consternado, pues él a su corta edad está consciente de que solo existen unos cuantos miles de esta especie en el mundo.

No es que estoy en contra de la pesca artesanal que hace el pequeño pescador y con la cual mantiene a su familia, por el contrario, es un trabajo digno y apreciado que no afecta mayormente el hábitat de las especies marinas, pero quisiera saber, señor Presidente, ¿cómo llevará a cabo el control de este tipo de pesca? ¿Cómo saber que no habrá más aleteo? ¿Qué medidas se tomarán? ¿Estudió bien la situación antes de tomar esta decisión? ¿Sopesó los riesgos de sobrepesca que se corren al legalizar la comercialización de una especie que ya se encuentra en peligro de extinción? ¿Sabía usted que la desaparición de los tiburones, al igual que otras especies, podría causar un desequilibrio ecológico que terminaría afectando incluso a los seres humanos? Supongo que si lo hizo, más pesó para usted el hecho de que los tiburones blancos no pueden votar. ¿O es que por ser blancos también pertenecen al grupo de los “pelucones”? Tampoco puedo dejar de pensar que los pescadores industriales saldrán mucho más beneficiados de esta situación. Los ecuatorianos estamos casi acostumbrados a escuchar barbaridades de políticos, pero esta, para mí, ha sido la peor. Yo sueño con alguna decisión gubernamental que proteja el medio ambiente, a las especies en peligro de extinción, que mejore la calidad del aire, tome medidas contra la sobrepesca y prohíba la tala de árboles en la Amazonia, que penalice fuertemente los derrames de petróleo, enseñe a la población programas efectivos de reciclaje, etcétera; pero claro, la visión de “futuro” por parte de presidentes solo llega hasta el final de sus mandatos.

Silvana Moreno Elías,
Guayaquil


Fuente: www.eluniverso.com

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